jueves, 25 de abril de 2024

La dictadura de la corrupción

La corrupción se ha vuelto  tan democrática  en España que ya llega a casi todos los rincones y beneficia a cada vez más tipo de gente en los partidos, instituciones y medios, mutilando los mecanismos que la combaten. 


#corrupción #democracia #divisióndepoderes #partidos #moralinmoral


Éramos algunos muy pequeños cuando España salió de una dictadura y dió paso a una democracia. Lo que todo parecía que iba a ser progreso, de repente se torció porque hizo acto de presencia otra dictadura: la de la corrupción. Afecta ya a todos los ámbitos y partidos del arco parlamentario hasta institucionalizarse como estado conveniente de derecho. Un bando y el otro y el de más allá no pueden tirar la primera piedra ni presumir de estar libre de pecado. Algunos aparecieron para regenerar la democracia y se volvieron cómplices de su degeneración.


Se ha saqueado tanto los poderes, las leyes, las arcas  públicas, los medios y hasta la paciencia de los contribuyentes que ya asumimos con naturalidad cualquier escándalo que fatigaría en cualquier país de Occidente. Puede que hayamos abandonado hace tiempo Occidente y pertenezcamos al hemisferio Sur del tercer mundo. 


Porque convendrán conmigo que de primer mundo no tiene nada cuando la mujer, el hermano, el padre, el suegro y hasta el mismo presidente del ejecutivo,  esconde unos presuntos chanchullos  hasta la mitad de sus ministros en distintas causas que con suerte se aclararán, no aquí sino en Europa.  Negarse a ser transparente también forma parte del manual del corrupto.


Es cierto la presunción de inocencia, pero aunque se demuestre la capacidad de dolo y afán de lucro con dinero ajeno -como en el caso de los EREs de Andalucía- la responsabilidad del primer ministro no ceja porque para eso nos gobierna.


La mera sospecha de corromper todo a su paso y traicionar la confianza de la sociedad sería motivo suficiente para que se accionara el freno de mano y se asumiese responsabilidades políticas y éticas aunque tarde en llegar la absolución o la condena judicial sin distinción del color politico. En esto nos diferenciamos del hemisferio norte. Porque hace tiempo que traficamos y trapicheamos con la democracia, con la falta de transparencia y con hasta el mismísimo diablo admitiendo que mientras el dinero robado de las arcas del Estado no sea para provecho propio no es corrupción, mereciendo el indulto y la absolución.


Mucha tinta hemos gastado contra la dictadura del pasado. Poca sin embargo contra la dictadura de la corrupción, que se ha vuelto tan democrática  que ya llega a casi todos y beneficia a cada vez más tipo de gente sin distinción de condición política, familiar, institucional o sindical. Si el bipartidismo trajo la corrupción, no digamos el multipartidismo que lo ha multiplicado con tanta variedad de socios (desde los  de la hoz y el martillo, golpistas, indepes, nacionalistas, xenófobos, hasta revisionistas históricos  y pro-etarras), ansiosos de asaltar las cuentas del reino en nombre de aplicar supuestas políticas sociales,  de género o de memoria histórica que parece justificarlo todo.


Esto no es vida si nos vemos abocados a la lenta corrupción de la convivencia social. ¿Hay alguien a salvo? Las estatuas de los leones bruxistas a la entrada del Congreso, tal vez. A parte de vivir en una dictadura también lo hacemos en la decepción de la corrupción y en la ausencia  de los mecanismos de control para que actúen con total imparcialidad. Como decía Vaclav Havel, ex presidente de la República Checa y ex activista contra la dictadura de un régimen comunista disfrazado de  “Socialismo de rostro humano”: “Si la política es corrupta y sucia, efectivamente la convierte en corrupción”. España no es una excepción, ni en corrupción ni en ausencia de  celo democrático.  @ignacioSLeon



domingo, 21 de abril de 2024

 Turismo in-sostenible en España


Fundarena


¿Cuándo haremos los deberes? Merecemos un debate público urgente


Las recientes protestas en Canarias contra el turismo de masa debería abrir inmediatamente el debate público en España sobre su primera industria que parece condenada al fracaso por éxito. A las Islas Canarias se prevén para este año  14 millones de turistas  frente a una población de unos 2,5 millones de canarios. Y al conjunto de España cerca de 90 millones casi duplicando los habitantes actuales.


¿De verdad está España está en condiciones de asumir tal cifra desmesurada de visitantes extranjeros por el simple hecho de apostar todos los huevos de la economía  a la misma cesta del turismo cuyo PIB representa ya el 13%? Ya lo veníamos advirtiendo algunos en el pasado que esa espiral ascendente es insostenible desde todos los puntos de vista, en especial social, eco-ambiental, habitacional y hasta laboral, entre otros.


A la persistente sequía, la falta de agua tanto  en Canarias como en buena parte del país, se le une las zonas altamente sobretensionadas por la escasez de oferta habitacional para los lugareños que tienen la desgracia de residir en zonas turísticas como Baleares, Canarias, y cada vez más en la Comunidad Valenciana, Andaluza y Catalana. Mientras, la España vacía no hace más que despoblarse.


No puede ser que a los ya de por sí empleos precarios en hostelería y turismo con falta de mano se tenga que compensar con trabajadores de otras partes de España sin poder costearse una vivienda temporal y estén abocados al pauperismo habitacional en forma de caravanas, tiendas de campaña u ocupación de  edificios en construcción abandonados para pasar la temporada, al mismo tiempo que se disparan los alquileres para los residentes autóctonos por favorecer los pisos turísticos en el centro de las ciudades.


Durante decenios y generaciones, las autoridades de España y del sector no han hecho sus deberes y obviamente han optado por el dinero fácil sin reinvertir en elevar de categoría sus plazas primando la cantidad sobre la calidad. España podría ser perfectamente destino para un número muchísimo menor de turistas de lujo que estuvieran dispuestos a pagar más por una mejor oferta y servicio de alta calidad durante su estancia. Eso requeriría una reconversión del sector que nos da alergia, nuevos planteamientos y cambiar paradigmas anclados en el pasado.


En su lugar, nuestra ventaja competitiva, como en muchos otros sectores de la economía española, se basa en los precios bajos y en una  calidad justa, con el consiguiente riesgo doble. Por un lado, que muramos de éxito y ahoguemos a la gallina de los huevos de oro por hacer insostenible tantos millones de turistas en una  España de recursos limitados, agravando los problemas anteriormente apuntados. Y por otro, que siempre salgan nuevos competidores con precios más bajos y arruinen también nuestro negocio por falta de competitividad. Un susto ya nos lo llevamos en tiempos de la pandemia.


De la misma manera que restringimos la entrada de un cupo determinado de turistas a ciertas playas (como por ej.: Las Catedrales en Lugo) para evitar problemas de saturación y de riesgos ecológicos, España debería plantearse seriamente reducir drásticamente esas cifras récord de llegadas de turistas año a año porque no se puede tensionar aún más la cuerda a los residentes locales y porque en algún momento tendremos que dejar de procrastinar y reparar el impacto ambiental del turismo masificado que está ocasionando sobre el suelo, aire y aguas. 


De qué nos sirve presumir de ser nuestra principal industria y motor de la economía española si los costes de reparar el daño ambiental y de reponer los recursos naturales, tienen un monto incalculable ya hoy en día, amén de otros muchos problemas sin afrontar de tipo social, residencial, ruidos, desechos, agudizados con el cambio climático y la sequía.


Los empresarios del sector, la industria y las autoridades deberían sentarse urgentemente para plantearse el futuro a largo plazo de España como destino turístico. Más vale preservar nuestro patrimonio ecológico ya de por sí muy dañado y apunto de generar una catástrofe irreversible a falta de exprimir los pocos parajes naturales ajenos al turismo de masa, y definir un nuevo modelo productivo pendiente desde hace tiempo junto con una mayor diversificación en otros sectores estratégicos  (renovables, industria, asistencial, agrario, etc). 


Pensar como en el siglo pasado que se puede ser competitivo vía precios bajos y por tanto masificando ciudades, poblaciones y calles de turistas a todas horas, está visto que no es la solución. Por cierto, ese mismo planteamiento podríamos trasladarlo a otros productos que exportamos con el sello “Made in Spain”. Pero eso es motivo de otro debate, me temo. @IgnacioSLeon


miércoles, 17 de abril de 2024

Los aliados se hacen un lío con la razón de las guerras


 Hemos asistido hace escasos días al ataque de Irán contra Israel y el disparo de unos 350 misiles y drones armados que fueron  interceptados gracias a la ayuda y empleo de  sistemas antibalísticos de los aliados. A saber: EE.UU., Reino Unido y Francia, que no han dudado en defender el territorio israelita. Al final, las tres partes se han felicitado por el éxito de la operación. Como si apuntar a matar fuera motivo de regocijo. El Gobierno de Teherán por cumplir su venganza y desahogarse con tanta metralla. El Gobierno de Tel Aviv por detectar el 99% de los misiles y drones iraníes sin provocar bajas humanas ni materiales. Y los aliados por haber contribuido con su intervención logística-militar a impedir la escalada de la crisis en Oriente Medio ahorrando vidas humanas.


Debe ser el primer conflicto bélico en el que las partes implicadas (buenos y malos) salen satisfechas de una incursión militar. Hay que esperar que la escalada no se reproduzca con una nueva venganza de Israel contra Irán para reparar  el daño moral del ataque. Hay quien dice también que el ataque de Irán contra Israel ha sido un enorme error geopolítico, porque al final le ha hecho un favor a Netanyahu visto ahora como víctima pudiendo  éste proseguir su campaña contra los terroristas de Hamás en Gaza para liberar a los rehenes judíos.

Pues bien, llegados a este punto, es lógico que en Occidente algunos nos preguntemos (y yo me he permitido hacerlo personalmente en redes sociales a los mandatarios Biden, Sunak, Macron así como a la OTAN y la sra von der Leyen de la Comisión Europea , y por ende al canciller alemán Scholz) si esa coalición defensiva contra el régimen islámico de Irán no podría emularse igualmente para acabar con el genocidio de la Rusia de Putin en Ucrania. Como era de esperar ninguno ha respondido a mi apelación. Tampoco esperaba otra cosa que el silencio.

Tampoco respuesta de la embajadora alemana en Madrid cuando se le preguntó por el compromiso de los aliados con Israel y la ausencia de la “Staatsräson” alemana. En el pasado en solemnes intervenciones en el Bundestag en Berlín (parlamento federal), tanto la anterior canciller Merkel como el actual apelaron a la “Staasräson” en su incondicional defensa de Israel. Esa “Razón de Estado” tiene su explicación en el holocausto cometido durante la II Guerra Mundial contra seis millones de judios exterminados por la Alemania nazi. Tanta proclamación por parte de Berlín de su  defensa vehemente de Israel pasaría -llegado el caso- supuestamente por  mandar  soldados de la Bundeswehr (ejército federal) a suelo israelita y combatir cualquier tipo de amenaza internacional. Sin embargo en los ataques de Irán contra Israel los aliados en Occidente echaron de menos la contribución de la RFA  y la aplicación de su “Staatsräson”. 

Al contrario, el canciller Scholz prefirió emprender horas previas un viaje de negocios a China con una suculenta delegación de altos ejecutivos del DAX para ahondar sus relaciones comerciales con el régimen chino y firmar acuerdos de inversión recíproca. Un régimen chino por cierto que la propia ministra alemana de Asuntos Exteriores, Annalena Baerbock (Los Verdes), calificó en una entrevista  a la cadena norteamericana de TV Fox News  el pasado otoño al presidente  chino Xi Jinping de “dictador”. Tal vez haya sido la mayor torpeza diplomática cometida de  la actual coalición tricolor de socialdemócratas, verdes y liberales capitaneada por el canciller Scholz (SPD). Pekín no tardó en tildar de “extremadamente absurdas” el piropo desatinado de la ministra germana ecopacifista intentado quitar hierro al asunto. 

Baerbock llama dictador a Jinping pero no le impide a su gobierno emular la misma política de “Wandel durch Handel” (buscar el  cambio político a través del intercambio económico) que cometió Merkel con Putin cuando decidió que la industria alemana dependiera del gas ruso a pesar de la invasión de Crimea en el 2017 y la posterior invasión en el 2022 del resto de Ucrania. La Staatsräson germana se aplica cuando conviene, según la doctrina Scholzing y sin impedir que se negocien contratos multimillonarios con el “dictador” chino para asegurar los mercados a la industria teutona. También ya hizo lo propio Berlín cuando se levantaron las sanciones internacionales contra Teherán en el 2016 apresurando a su industria a llevarse una buena parte del pastel en la reconstrucción del país islamista que odia Occidente y tiene atemorizados a EEUU y  Europa con su yihad. 


Será que uno se hace mayor y entiende cada vez menos la moral inmoral de muchos de nuestros estrategas contemporáneos en la defensa condicional de los más débiles. Israel sí, pero Ucrania no. Tampoco dudan en tildar -un día sí y al siguiente no- de dictadores y/o terroristas a Putin, Ebrahim Raisi y su guardia revolucionaria en Irán, o al presidente chino Jinping pero aceptando la torpeza geoestratégica de volver a  depender económicamente de China de casi todo en Occidente como ocurrió con la pandemia o con el gas ruso.

A todo esto, un presidente español Sánchez en su guerra particular a favor de reconocer Palestina mientras con su postura ahonda la división de la UE en Oriente Medio. La única “Staatsräson” de Sánchez parece desviar la atención por los  escándalos de corrupción del PSOE y su esposa Begoña con su gira internacional aunque disguste a los aliados y sus proxys,  con tal de aguantar un poquito más en La Moncloa. Ni cumple con Europa, ni con la OTAN, ni con Ucrania ni con Gaza ni con pacificar Oriente Medio. Y es que en las guerras, que ya hemos convertido en commoditiesno hay victoria si no hay un vencido. Por eso ni dignidad tenemos. @IgnacioSLeon 

#Staatsräson, #Irán, #Israel, #OrienteMedio, #guerras, #Putin, #Ucrania, #Alemania, #OTAN

sábado, 6 de abril de 2024

 Tinta de calamar

Fuente: El Faro de Melilla


#corrupción #convolutos #cortinas de humo #comisiones de investigación #dinero público #fundraising


Es conocido que los cefalópodos como el calamar o el pulpo expulsan tinta cuando se ven acechados por un peligro en el mar para ocultarse y salir huyendo. Pues bien, esta táctica ya era empleada por muchos regímenes dictatoriales en el pasado que se emula en el presente para ocultar y desviar la atención de algún problema serio. Así lo hacía Julio César, Hitler en la Alemania nazi, la España de Franco o todos los dictadores comunistas en el Este de Europa, por no hablar de las actuales narcodictaduras latinoamericanas.


En la actualidad la tinta de calamar es la técnica empleada a menudo por el gobierno socialcomunista al mando del Superjefe para crear cortinas de humo sobre  casos de corrupción en el PSOE con implicaciones de La Señora y de la mitad de los ministros. O cuando las cosas se le tuercen -desde que tumbaron al gobierno de Rajoy en una moción de censura legítima por corrupción- y ahora pretenden tapar la suya propia haciéndonos creer que no es corrupción. 


Así se entiende la tinta artificial expulsada con la visita inesperada  estos días al Valle de los Caídos para hacerse una foto junto a la fosa de las víctimas de la guerra civil y volver a criminalizar a Franco por enésima vez pese a estar 50 años muerto. Como también la gira recurrente del jefe del gobierno español a varios países árabes para evitar que medios, instituciones y clase política  hablen a diario en casa de los escandalosos trapicheos de la señora cónyuge, los convolutos del partido y evitar tener que dar la cara. 


La tinta de calamar es el recurso empleado a menudo no solo para pigmentar  ciertos platos culinarios sino también para embellecer el “y tú más” a todos los embustes del pasado: pandemia, expertos, gobernar con Podemos, Bildu, indultos, rebajas de la sedición, la amnistía y hasta el referéndum, entre otros. En otros para disparar repetidamente en una semana contra Ayuso, MAR, Feijóo, Aznar, Rajoy,  el PP, VOX, la derecha, la extrema derecha,  la derecha extrema (con la excepción de la catalana), la derecha reaccionaria, etc haciéndolos mancomunadamente con Franco responsables de todos los presuntos delitos de desfalco al reino de España.


Hay ya varias causas que investiga la Fiscalía europea y que afecta incluso a la segunda autoridad del Estado como es la presidenta del Congreso, Francina Armengol por el presunto uso fraudulento de fondos europeos en la compra de mascarillas. Como buena degustadora del marisco  entre sus correligionarios de partido, sabe lo difícil que es pescar un calamar con caña.  Y a medida que se descubren nuevos casos de estafa del dinero público y se inyecta tinta para ocultar la contundencia de la corrupción que tanto combatían en tiempos de Rajoy -pero toleran en tiempos de la amnistía, el referéndum y la reactivación del procés tras los reiterados  batacazos electorales-, no se escatiman esfuerzos en general por agitar al calamar para desviar la atención sin asumir  ningún tipo de responsabilidad política y penal como exigen al resto de sus  adversarios políticos.


En la ajetreada marejada de la vida política de estos días, hay  quienes exprimen al pulpo exigiendo la dimisión de una política porque la pareja tiene un conflicto con Hacienda antes de conocerse. ¿Y quién no lo tiene? Y sin embargo esa regla de tres no se la aplica el gobierno, el partido, sus ministros y sobre todo el jefe del ejecutivo como máximo responsable y su cónyuge por mangonear presuntamente del erario público de forma descarada cuantías multimillonarias. ¿Tendrá alguna relación con el calamar? Pero hemos conocido que algunos de los más afectados por la trama PSOE han amasado tal fortuna en tan corto periodo de tiempo (emulando supuestamente a Rubiales) que  ya van a gozar de mansiones de lujo, alguna  pagada a tocateja. 

 

Para tapar los convolutos con fondos públicos se magnifica el recurso hiperventilado del calamar y su tinta con objeto de obnubilar e hipnotizar a la opinión pública. Luego está la “astucia” del jefe de la oposición al negarse a citar a la primera dama a declarar en la comisión de investigación del Senado “porque no es mi estilo”, y traga con que citen en la del Congreso a otra pareja que tampoco es política. Con tanto estilo, los españoles empiezan a dudar que algún día vuelva a La Moncloa.


Pero al paso que vamos y tan reiterados intentos por  ocultar el fundraising del pulpo en la nevera que tanto incomoda la realidad a los políticos, parece fácil imaginar que ya no queden en alta mar calamar ni tinta suficientes para escapar de las fauces del pez grande. Y es que como diría en otro contexto el poeta Juan Ramón Jiménez: “con tanta tinta es imposible escribir más delitos”. @ignacioSLeon


jueves, 21 de marzo de 2024

 Ser transparentes no sólo es un dogma es una obligación. 



#periodismo #prensa #transparencia  #instituciones públicas #transición


Falta de transparencia en los partidos, las dos Cámaras del Parlamento (Congreso y Senado), la Casa Real, Fuerzas Armadas y de Seguridad del Estado, CNI y sucedáneos, instituciones públicas, pero también en la prensa, universidades, reguladores, etc. Exigimos la máxima virtud a las empresas privadas del IBEX pero nos contentamos con la opacidad en el sector público. Pero esta  exigencia no es por capricho sino porque estamos en Democracia y exigimos- mientras no se violen derechos constitucionales- la máxima transparencia de sus funciones, actuaciones, gasto y sobre todo de gestión.


En España se habló mucho de la transición democrática. Cierto. Pero seguimos sin completarla porque estamos anclados en el oscurantismo propio del franquismo, del Opus Dei y de todos aquellas viejas logias pasadas que parecen actuar detrás de bastidores. Por qué no se cumplen los más elementales principios democráticos de hacer público toda materia pública en el legítimo derecho de la sociedad a la información y a ser informados. Las sesiones de control en las Cortes son un despropósito porque no contestan a las preguntas faltando al orden constitucional. En las ruedas de prensa se vetan o no se responden. Y las leyes se alteran al capricho del legislador difuminando la división de los poderes. 


¿Vivimos pues en una dictadura? Posiblemente no, aunque cada vez nos acercamos más por el abuso de la opacidad y la negligencia de los poderes de control,  impidiendo que sean fiscalizados como depositarios de la confianza pública.  Hay una ley de transparencia y un Portal de la Transparencia sobre el papel pero se vulneran permanentemente según viene en gana. Los reguladores tampoco son celosos en sus funciones  ni en sancionar cuando abusan de la falta de transparencia.


Y luego llegamos a los medios de comunicación, que tampoco han concluido su  propia transición. Más que el cuarto poder son aduladores de los poderes a cambio de un sistema de financiación basado en las subvenciones de los poderes públicos camuflado a través de las campañas de publicidad institucional. Las autoridades europeas deberían ser advertidas y chequear si esas subvenciones gubernamentales a medios privados españoles son conformes al derecho europeo y no violan la libre competencia en la UE.


Atrás quedaron aquellos años cuando un medio rechazaba adherirse a un determinado séquito sufragado por una entidad corporativa aduciendo que podía influir en el cáliz de las crónicas del enviado especial. Hoy en día, se invita a los reporteros para contribuir a un determinado relato mientras es frecuente que a  los críticos se les veta y censura. En las ruedas de prensa había libertad de preguntar. En la actualidad, se ausentan de rendir cuentas a la opinión pública. Y cuando lo hacen se convoca a los medios  para  soltar el “speech” político de turno sin opción a preguntar. Y nos quejábamos del plasma de Rajoy. En el mejor de los casos, hoy en día se insulta a los periodistas más incómodos y hasta se les intenta desacreditar cuando no retirar la acreditación porque no cumplen con los cánones éticos de la clase política.


En determinadas CCAA se niegan a admitir preguntas en español y si lo hacen responden en la lengua co-oficial de turno como si toda la audiencia tuviera la obligación de entenderlo. No es extraño ver luego en determinados Másters de Periodismo enfatizar en sus materias docentes el aprendizaje del  “espíritu crítico”. Se supone que esa competencia debe ser innata como el dominio de la lengua.


Antes se censuraban en las redacciones artículos críticos contra determinados anunciantes. Hoy por la misma razón el principal anunciante son los  gobiernos de todos los partidos y los estamentos del Estado que ejercen de censores bajo la amenaza de la publicidad o peor aún alentar  la autocensura interna bajo el lema:

”perro no come perro” (es decir la prensa debe respetar el corporativismo sin poder ir  contra otros medios ni contra el sistema, sin entender que éste es justo el tema).


¿De verdad la prensa es crítica cuando traga y tolera las tropelías constantes de los poderes públicos incumpliendo así  su cometido social? Eso también es corrupción ¿De verdad pueden salir de las aulas periodistas críticos si  la  cúpula editorial se jacta de publicar crónicas sectarias sin cumplir el más mínimo código deontológico? Una pista: en la prensa anglosajona es de uso obligatorio  recurrir a tres fuentes de información distintas como mínimo para escribir una crónica y a distinguir entre información y opinión.


Los medios de comunicación públicos (la prensa del Movimiento) que deberían ser ejemplares, exquisitos y rozar la excelencia en sus formas, además de ser rigurosos en sus principios de objetividad, neutralidad e imparcialidad, son los que más descarademente contribuyen a la prostitución del periodismo (y perdonen la franqueza). Sólo falta echar un vistazo a la parrilla, conductores y contenidos tan “ecuánimes” en el tratamiento de la información. 


Y hasta que los poderes públicos y por ende, los mass media  no culminen su segunda transición y la reconversión del sector para aprender  a actuar con honradez profesional unos  y a ser transparentes otros, la democracia no será nunca plena, y estará constreñida por los intereses partidistas que sofocan las libertades. Ser transparentes no sólo es un dogma  es una obligación si no queremos emular los sistemas dictatoriales que creíamos superado. @IgnacioSLeon


sábado, 9 de marzo de 2024

 Las despreciables burlas por hablar en inglés con acento



Estimados lectores. Si Vds. fueran holandeses, alemanes, italianos o no digamos franceses hablando un idioma extranjero como el español o por caso el inglés, salvo excepciones, tendrían en muy buena parte de la muestra un marcado acento nativo. En muchos de esos países nadie se ríe del acento o del nivel de pronunciación cuando hablan una lengua que no es la materna para hacerse entender y  ya no digamos para negociar un acuerdo. 


No es el caso de España, donde aunque nos cuesta hablar bien español y con uno de los índices más bajos en lenguas extranjeras, hacemos mofa de cómo algunos se expresan en público ante una cámara o un auditorio pongamos en el idioma de Shakespeare. Agradecen y bendicen  por contra que los guiris chapurreen el español con tal de hacerse entender porque en muchos casos el interlocutor español no sabría comunicarse en otra lengua distinta.


Recuerdan el “Relaxing cup of café con leche” de la antigua alcaldesa de Madrid Ana Botella?. Durante años fue objeto de burla pública  por su voluntariosa pronunciación en inglés. La hemeroteca no se cansa de recordárnoslo.  O el académico Pablo Iglesias con su macarrónico acento. Del expresidente catalán José Montilla de origen andaluz cuando hablaba en catalán y los más puretas se horrorizaban. O últimamente del acento de la esposa del presidente de gobierno español, Begoña Gómez en un video viral en redes sociales vendiendo las maravillas de su “Africa Center” a la comunidad internacional.  


Muchas de las mofas, me temo, vienen de gente a la que habría que evaluar su nivel de dominio de lenguas. Hay entre ellos quienes afirman saber  idiomas pero sin poder mantener una elemental conversación informal si no fuera  a base de agitar las manos y gesticular como un payaso de circo en el cine mudo. Y ya no digamos de aquellos otros que sólo les vale el C2 de Cambridge u Oxford para pasar el listón de la caricatura.


La realidad apuntada más arriba es que salvo excepciones, nuestras almas gemelas  de otros países vecinos tienen sus propios dejes en pronunciación, entonación y musicalidades. Hace años  un profesor de idiomas contaba que hasta que no se consigue emular la musicalidad de cada lengua extranjera es imposible hablarlo como un nativo, aunque esto no impida hacerse entender con la naturalidad del acento de cada uno.


Pero en el mundo global, no estamos para aspirar a ser nativos de una lengua extranjera. Ojalá. Sino de varias. Pero más allá de las excepciones, lo suyo es hacerse entender en otros idiomas, comunicarse y hablarlo con independencia de los acentos naturales, dejes y chascarrillos idiomáticos. A no ser  de gozar con la suerte de que te nombren embajador en un organismo internacional para aprender el idioma aunque carezcas de la  carrera diplomática y conocimiento de  lenguas, como es el caso del ex ministro Miquel Iceta en la UNESCO  o Ximo Puig, ex presidente de la Generalidad valenciana en la OCDE,  ambos destinados a París con el catalán pelao bajo del brazo. Tampoco es nada nuevo, porque la otra Generalidad catalana también se dedicaba a  nombrar “embajadores” a enchufados en la causa del procés sin saber  el idioma del país o corto de inglés.


Estos emisarios -como otros muchos españoles en casa- bien harán en  encargarse  de pronunciar como mejor sepan, incluso con acento, sin que sea motivo de desprecio salvo para los  iletrados sentados en la barrera de observador que por desgracia abundan muchos en nuestro país.  En especial de aquellos que no hablan más que  su lengua materna y se parapetan en la excusa de que el español sea  el segundo idioma más hablado del planeta tras el chino sin mérito propio pero imparten cátedra jocosa de léxico y pronunciación en otro idioma extranjero. 


O de aquellos otros procedentes de comunidades bilingües en España donde a duras penas les cuesta mantener una conversación o redactar una simple carta en español (castellano) sin cometer faltas gramaticales pero son inquisidores de la poca ortodoxa pronunciación.


Somos el país de la burla quijotesca, de la envidia capital de Diaz Plaja, pero estamos a la cola en PISA y en el apéndice doblando la esquina en lenguas extranjeras como para hacer burlas cuando un compatriota nuestro se dirige a una audiencia en lengua inglesa por ejemplo con su natural acento.


Habría que preguntarse por qué el nefasto nivel de aprendizaje de idiomas en las escuelas y en las universidades españolas  no impide que se gradúen los aspirantes a Erasmus a día de hoy con tan deficiente nivel expresivo del inglés, sin que nadie lo remedie. Esto no impide que hagan su agosto las escuelas de refuerzo en idiomas y el éxodo de españoles a los cursos de verano en el extranjero, pareciendo haber tirado el dinero de nuestros impuestos a la basura.


Algo haremos mal, aparte de las risas, cuando  en no pocos países del Tercer Mundo es fácil encontrar a gente muy modesta de la calle o aldeanos de los poblados dominar una segunda lengua extranjera distinta a la materna para conversar con los foráneos. No es el caso nuestro. En la España del primer mundo eso parece misión imposible, ni siquiera entre la élite de  este país o de los urbanitas que se guasean del relaxing cup of coffee. 


Mi moraleja a los políglotas de pacotilla de este país: como los holandeses, alemanes, italianos o franceses, lo importante es saber expresarse y comunicar con independencia del acento natural que arrastremos aunque sea impropio de un royal británico. Para eso somos “españoles muy mucho”, como diría aquel, aunque  mejor les iría a políticos, legisladores, periodistas, tertulianos, investigadores, ejecutivos y  público en general, si con o sin acento supiéramos hablar una mínima parte de los idiomas extranjeros que manejan nuestros coetáneos. 


Multar como en algunas comunidades autónomas por no rotular en catalán, negar una plaza laboral por falta de nivel o denunciar al pobre trabajador inmigrante detrás de una barra por no hablar una determinada lengua co-oficial no dice nada de la tolerancia, y sí mucho de la mezquindad lingüística por parte de los valedores inquisitoriales de la lengua y del acento en este país. 


La valentía de hablar en otra lengua ya tiene su mérito. Con o sin acento. Si lo hiciéramos extensible a la mayoría de este país, tanto el PIB y como PISA nos lo agradecerían. @ignacioSLeon