domingo, 21 de abril de 2024

 Turismo in-sostenible en España


Fundarena


¿Cuándo haremos los deberes? Merecemos un debate público urgente


Las recientes protestas en Canarias contra el turismo de masa debería abrir inmediatamente el debate público en España sobre su primera industria que parece condenada al fracaso por éxito. A las Islas Canarias se prevén para este año  14 millones de turistas  frente a una población de unos 2,5 millones de canarios. Y al conjunto de España cerca de 90 millones casi duplicando los habitantes actuales.


¿De verdad está España está en condiciones de asumir tal cifra desmesurada de visitantes extranjeros por el simple hecho de apostar todos los huevos de la economía  a la misma cesta del turismo cuyo PIB representa ya el 13%? Ya lo veníamos advirtiendo algunos en el pasado que esa espiral ascendente es insostenible desde todos los puntos de vista, en especial social, eco-ambiental, habitacional y hasta laboral, entre otros.


A la persistente sequía, la falta de agua tanto  en Canarias como en buena parte del país, se le une las zonas altamente sobretensionadas por la escasez de oferta habitacional para los lugareños que tienen la desgracia de residir en zonas turísticas como Baleares, Canarias, y cada vez más en la Comunidad Valenciana, Andaluza y Catalana. Mientras, la España vacía no hace más que despoblarse.


No puede ser que a los ya de por sí empleos precarios en hostelería y turismo con falta de mano se tenga que compensar con trabajadores de otras partes de España sin poder costearse una vivienda temporal y estén abocados al pauperismo habitacional en forma de caravanas, tiendas de campaña u ocupación de  edificios en construcción abandonados para pasar la temporada, al mismo tiempo que se disparan los alquileres para los residentes autóctonos por favorecer los pisos turísticos en el centro de las ciudades.


Durante decenios y generaciones, las autoridades de España y del sector no han hecho sus deberes y obviamente han optado por el dinero fácil sin reinvertir en elevar de categoría sus plazas primando la cantidad sobre la calidad. España podría ser perfectamente destino para un número muchísimo menor de turistas de lujo que estuvieran dispuestos a pagar más por una mejor oferta y servicio de alta calidad durante su estancia. Eso requeriría una reconversión del sector que nos da alergia, nuevos planteamientos y cambiar paradigmas anclados en el pasado.


En su lugar, nuestra ventaja competitiva, como en muchos otros sectores de la economía española, se basa en los precios bajos y en una  calidad justa, con el consiguiente riesgo doble. Por un lado, que muramos de éxito y ahoguemos a la gallina de los huevos de oro por hacer insostenible tantos millones de turistas en una  España de recursos limitados, agravando los problemas anteriormente apuntados. Y por otro, que siempre salgan nuevos competidores con precios más bajos y arruinen también nuestro negocio por falta de competitividad. Un susto ya nos lo llevamos en tiempos de la pandemia.


De la misma manera que restringimos la entrada de un cupo determinado de turistas a ciertas playas (como por ej.: Las Catedrales en Lugo) para evitar problemas de saturación y de riesgos ecológicos, España debería plantearse seriamente reducir drásticamente esas cifras récord de llegadas de turistas año a año porque no se puede tensionar aún más la cuerda a los residentes locales y porque en algún momento tendremos que dejar de procrastinar y reparar el impacto ambiental del turismo masificado que está ocasionando sobre el suelo, aire y aguas. 


De qué nos sirve presumir de ser nuestra principal industria y motor de la economía española si los costes de reparar el daño ambiental y de reponer los recursos naturales, tienen un monto incalculable ya hoy en día, amén de otros muchos problemas sin afrontar de tipo social, residencial, ruidos, desechos, agudizados con el cambio climático y la sequía.


Los empresarios del sector, la industria y las autoridades deberían sentarse urgentemente para plantearse el futuro a largo plazo de España como destino turístico. Más vale preservar nuestro patrimonio ecológico ya de por sí muy dañado y apunto de generar una catástrofe irreversible a falta de exprimir los pocos parajes naturales ajenos al turismo de masa, y definir un nuevo modelo productivo pendiente desde hace tiempo junto con una mayor diversificación en otros sectores estratégicos  (renovables, industria, asistencial, agrario, etc). 


Pensar como en el siglo pasado que se puede ser competitivo vía precios bajos y por tanto masificando ciudades, poblaciones y calles de turistas a todas horas, está visto que no es la solución. Por cierto, ese mismo planteamiento podríamos trasladarlo a otros productos que exportamos con el sello “Made in Spain”. Pero eso es motivo de otro debate, me temo. @IgnacioSLeon


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